13 de agosto

Me desperté a las 4 y media mientras oía como golpeaba la lluvia el fieltro de mi ger. Algunas minúsculas ranas se paseaban por adentro del mismo. La oscuridad inundaba todo. No existía nada en mí que pudiera parecerse a un pensamiento optimista. El ger con el techo cerrado es una cueva de hibernación de osos, por el olor y la clausura. Salí y afuera me esperaba más oscuridad todavía. Volví a mi bolsa de dormir y todos mis pensamientos se dirigieron sombría y obsesivamente, a recorrer todas las oportunidades en que Ambraa había lucrado indebidamente. Me revolvía dentro de la bolsa como un gusano en su capullo. El programa era ese día ir al Parque Khustain a ver los caballos Takhi y al día siguiente retornar a Ulaanbaatar. Un día antes del 14 como estaba programado originalmente, esa modificación, que contrariaba los intereses del conductor, fue planteada en Ongiin Gol. Finalmente logré dormitar una hora más, para a las 6 y media levantarme definitivamente. Seguía lloviendo y el cielo estaba completamente encapotado. Qué sentido tenía ir a Khustain para encerrarme en otro ger oscuro? Decidí que si en el camino no amainaba seguiríamos viaje directamente a Ulaanbaatar y terminaríamos ahí.
Ulaanbaatar – La Revolución Permanente
Ulaanbaatar – La Revolución Permanente Empecé a vestirme, mi ropa tenía un olor a leche cortada absolutamente insoportable. Me quedaba sólo una muda limpia, que no iba a usar sin ducha previa. Así que fui seleccionando entre mi ropa sucia cual estaba más "ponible". Desayunamos, tarde porque el gordo es de arrancar lento. Comparto ese último desayuno con una familia nómade, consciente de esa circunstancia, lo que tornaba más circunspecto mi humor, y partimos. Paramos a cargar gasoil, también la última carga porque sólo nos separan 300 kilómetros de Ulaanbaatar y le indico al gordo que use el combustible de reserva que tenía en un bidón de 20 litros y que se había completado al inicio del viaje. Muy suelto de cuerpo me contesta que ya lo había usado en Yolin Am porque el bidón estaba pinchado. Para qué! Fue la gota que desbordó no el vaso, las cataratas de Iguazú! Yo tenía anotadas todas las cargas de combustible y sabía que en Dalanzadgad habíamos llenado el tanque y que la distancia entre esa ciudad y Yolin Am no daba para consumir 20 litros de gasoil. Así que le dije que eso era una avivada de él, lo mismo que lo del Ger Camp de Karakorum y me faltó vocabulario para seguir, pero creo que mi cara debió indicar bastante bien mi estado de ánimo. Le comuniqué que suspendía el Khustain Park, total seguía lloviendo, y que nos íbamos de ahí a Ulaanbaatar derecho. Sin paradas. Más vale que no le gustó nada, era un día menos de alquiler. Intentó suavizarme comprándome un jugo de naranja en el camino, que no le acepté y luego tratando de entrar de prepo en el parque, pero lo paré en seco. Amago con almorzar y también se lo negué. Intento hablarme en el camino, mas creo que mi falta de emisión de todo sonido fue más que elocuente. Cuando llegamos se tiró el lance de pedirme propina… No, si para caradura es un ejemplo! Y ahí me largué diciéndole que primero me devolviera el combustible y el costo del Ger Camp, antes de pedir nada. A lo que se fue diciendo cosas en mongol, que supongo que tendrían algo que ver conmigo y mi familia, pero no entendí. Barrera idiomática que le dicen…
En resumidas cuentas estaba volviendo dos días antes de lo programado, el 12 en lugar del 14, pero seguía lloviendo y el programa de Khustain Park ya no me resultaba tan atractivo. Las experiencias de los últimos días habían sido muy intensas y no quería hacer un programa meramente turístico. Puse la ropa, toda la sucia y la limpia también, en un bolsa para la lavandería y me di una buena ducha. Cuando me estaba secando reflexioné acerca de cómo los lugares tienen olores que los identifican. Por ejemplo esa toalla que me había acompañado estas últimas semanas, como tenía olor a lo que yo llamaría aroma a Mongolia. Me detuve, sin embargo ese olor me resultaba conocido de antes de venir a este país. Volví a olisquear como si fuera un perro, y sí, conocía ese olor ya que era a grasa de cordero! Tanto usar la toalla de almohada, los mongoles desconocen su uso, que al final se había impregnado con los olores del ger, y quizá de mi cuero ex cabelludo. Ulaanbaatar – La Revolución Permanente
Ulaanbaatar – La Revolución Permanente Hace días que vengo pensando en volver al Gobi, pero esta vez en tren. Concretamente, quiero ir a Sainshand en el Gobi Oriental, quedarme un par de días ahí y visitar el monasterio de Khamaryn Khiid, ya contaré porque es particularmente interesante. Decidí que este nuevo tramo lo iba a armar solo, sin la ayuda de nadie. Por otra parte Tselmeg está con un grupo de turistas en el Gobi, por lo que mal podría ayudarme. Me fui caminando a la estación y ahí al salón de ventas de tickets domésticos. El espectáculo era inimaginable. En cada ventanilla había entre 7 y 10 personas agolpadas, sin ningún tipo de orden, ni cola, ni nada; y para colmo todos hablando en mongol, en lugar de usar una lengua inteligible. Casi salgo disparando en lo que a primera vista me pareció una misión muy complicada. Luego observé cómo funcionaba la cosa, como se desplazan unos a otros con total desparpajo, sin ningún tipo de ofensas, así que me acomodé en la que me pareció más viable, puse mi mejor cara de idiota despistado, empecé a decir "Excuse me! Excuse me!" a viva voz y sin mirar a nadie hasta que llegué a la ventanilla. Ahí con la ayuda de mi libretita fui anotando, para gran impaciencia de los mongoles desplazados, origen, destino, fechas, número de tren, "hard sleeper" y demás. La cosa es que en menos de 15 minutos salí con mis boletos de ida y vuelta a Sainshand. Pido perdón por la falta de modestia, pero me sentí Gardel! Para completar me tomé un colectivo hasta el departamento, que me dejo a 1 cuadra. Ya conseguí alojamiento y me van a ir a buscar a la estación. Mañana nuevamente Gobi… no puedo estar más contento!
Aprovechando la hora temprana enfilé para el Palacio Museo del Bgod Khaan, que en realidad fue su Palacio de Invierno, ya que el de verano estaba sobre las orillas del río Tul y fue completamente destruido. Realmente es una maravilla cuya visita me había quedado pendiente de mi anterior estadía en Ulaanbaatar. Construido entre 1893 y 1903 es el lugar donde el Octavo Buda Viviente de Mongolia, y último rey, Jebtzun Damba Hutagt VIII vivió por 20 años. En el predio se encuentran seis templos y el Palacio en sí mismo, que es un edificio blanco de arquitectura europea, lo que en su momento generó algunas controversias por apartarse del espíritu budista.

Decir que en este viaje todo salió cambiado sería una exageración, pero convengamos que el nivel y tipo de dificultades que presentó frisa lo increíble. Cuando parto sé que me va a pasar de todo y que además estará el doble factor sorpresa, el del momento en qué ocurren las cosas y lo que ocurre en sí. Debo confesar que no me esperaba esta variedad y cantidad de inconvenientes. Hubo que reinventar el viaje casi a diario y además sin perder de vista mi objetivo principal, que era el de tener una vivencia lo más cercana posible y sin urgencias con el nomadismo mongol. Puedo decir que ese objetivo está cumplido y que este extraordinario país ha cubierto en exceso mi nivel de expectativas. No siento que me estén quedando cosas importantes en el tintero o que querría hacer. Sí puedo decir que lo que vi es bastante distinto de lo que esperaba. Con una visión conformada por mi travesía por Asia Central, me sorprendieron las profundas diferencias que tiene este pueblo con aquéllos. Diferencias que no me imaginaba.
Ulaanbaatar – La Revolución Permanente
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Pero este es un tema sobre el que tengo que meditar más. Ahora el Gobi, segundo round!
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